El lugar de nacimiento influye en tu personalidad

Ya en el siglo V, el historiador griego Tucídides contrastó el autocontrol y el estoicismo de los espartanos con el pensamiento libre de los ciudadanos más indulgentes de Atenas. En la actualidad, comportamientos y características únicas parecen estar arraigados a ciertas culturas. Los italianos gesticulan con exageración cuando hablan y los rusos raramente sonríen en público.

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Como psicólogos evolutivos, estamos fascinados por estas diferencias, cómo toman forma y cómo se transmiten de generación a generación. Nuestro nuevo libro, Niños pequeños, padres y cultura, explora la forma en que los valores de una sociedad influyen en las decisiones que toman los padres, y cómo esto a su vez, influye en quiénes se convierten sus hijos.

La influencia perdurable de los valores culturales.

Aunque la genética tiene sin duda su importancia, la forma en que te comportas no está programada. En las últimas dos décadas, los investigadores han demostrado cómo la cultura puede moldear la personalidad.

En 2005, el psicólogo Robert McCrae y sus colegas documentaron importantes diferencias en la personalidad de personas que vivían en diferentes partes del mundo. Por ejemplo, los adultos de culturas europeas tendían a ser más extrovertidos y abiertos a nuevas experiencias que los de culturas asiáticas. En Europa, vieron que las personas del norte del continente eran más conscientes que sus compañeros en el sur.

Recientemente, hemos seguido algunas de estas diferencias en la primera infancia. Criar a los hijos, aunque no sorprenda, tuvo un papel.

Para realizar la investigación de nuestro libro, trabajamos con colegas de 14 países diferentes. Nuestro objetivo era explorar la forma en que los valores sociales influyen en cómo los padres crían a sus hijos. Después estudiamos cómo los diferentes estilos moldearon el comportamiento y la personalidad de los niños.

Lo hicimos principalmente mediante cuestionarios a padres de todo el mundo, en los que debían describir sus rutinas diarias, lo que esperaban de sus hijos y los métodos disciplinarios. Después les pedimos que detallaran el comportamiento de sus hijos.

También confiamos en el trabajo del psicólogo social holandés Geert Hofstede, quien, en la década de 1970,preguntó a los empleados de IBM en todo el mundo sobre los factores que llevaron a la satisfacción laboral.

Pudimos comparar sus hallazgos con los nuestros, y nos sorprendió ver que sus resultados se correlacionaban con ellos. Los valores culturales reflejados en las preferencias de trabajo en la década de los 70 se vieron reflejados en las prácticas de crianza y en el temperamento infantil 40 años después.

Importante: muestra que los valores culturales son relativamente duraderos y, con el tiempo, tienen un efecto sobre el desarrollo los niños.

 

 

¿Piensas en ti mismo, o en los demás?

Quizás el más conocido de estos valores culturales sea el individualismo y el colectivismo.

En algunas sociedades, como la estadounidense y la holandesa, las personas se ven impulsadas en gran medida por actividades que les benefician a ellas mismas. Se espera que busquen reconocimiento personal e impulsen su propio estatus social o financiero.

En sociedades más colectivistas, como la de Corea del Sur y la de Chile, se otorga un alto valor al bienestar del grupo más grande, generalmente la familia, pero también el lugar de trabajo o el país.

Encontramos que la forma en que los padres educan a sus hijos está fuertemente influenciada por esos valores sociales, y probablemente sirve para perpetuar estos valores de una generación a generación.

Por ejemplo, en comparación con los padres de culturas individualistas, es mucho más probable que los padres colectivistas, al reprender a sus hijos, les indiquen a "pensar en" su mal comportamiento y cómo podría afectar negativamente a quienes los rodean.

Esta actuación parece promover la armonía grupal y preparar al niño para prosperar en una sociedad colectivista. Al mismo tiempo, si te dicen constantemente que pienses en cómo tus acciones impactan sobre otros, también es probable que sientas ansiedad, culpabilidad y vergüenza.

De hecho, hemos observado que los niños de culturas colectivistas tienden a expresar niveles más altos de tristeza, miedo e incomodidad que los niños que crecen en sociedades individualistas.

¿Tienes libertad para buscar la felicidad?

Un segundo conjunto de valores que estudiamos fue la indulgencia versus la moderación.

Algunas culturas, como EE. UU., México y Chile, tienden a permitir y promover la autogratificación. Otros, como Corea del Sur, Bélgica y Rusia, alientan la moderación frente a la tentación.

Estos valores parecen estar conectados a un conjunto específico de objetivos parentales.

En particular, los padres de sociedades indulgentes tienden a enfatizar la importancia de desarrollar la autoestima y la independencia. Por ejemplo, esperan que los niños se entretengan y duerman solos. Cuando uno de sus hijos se porta mal, a menudo sugieren formas de enmendarlo y de tratar de reparar el daño.

El mensaje que los niños pueden recibir de este tipo de tratamiento es que ellos son quienes controlan su felicidad y que deberían ser capaces de corregir sus propios errores. Al mismo tiempo, cuando se espera que los niños busquen la gratificación, es más probable que busquen impulsivamente recompensas inmediatas, ya sea comer dulces antes de cenar o agarrar un juguete de un estante en una tienda, sin tener el permiso.

Mientras tanto, en las sociedades que priorizan la restricción, los padres eran más propensos a gritar o a decir palabrotas al reñir a sus hijos.

Esto podría hacer que fuesen más obedientes, pero también podría hacer que los niños fuesen menos optimistas y menos propensos a divertirse.

¿El individualismo es el futuro?

Los padres parecen estar motivados para preparar mejor a sus hijos para el mundo en el que vivirán, y lo que en una cultura funciona bien no necesariamente lo hace en otra.

Pero a medida que nuestro mundo se interconecta más, esta diversidad de enfoques para educar a los hijos puede disminuir. De hecho, la mayoría de los países se han vuelto más individualistas en los últimos 50 años, un cambio que es más pronunciado en los países que han experimentado el mayor desarrollo económico.

No obstante, todavía hay una gran diferencia en los estilos pa educar a los hijos y el desarrollo de la infancia en todas las culturas, un testimonio de la influencia duradera de los valores sociales.

Este artículo se ha actualizado para indicar que Tucídides fue un historiador, no un filósofo.

 

Sobre la autora

Masha A. Gartstein es profesora de psicología en la Universidad del Estado de Washington. Su investigación aborda el desarrollo socioemocional, principalmente en la primera infancia, con énfasis en la identificación de las trayectorias típicas del desarrollo del temperamento, así como los factores de riesgo y protección relevantes para el desarrollo de la psicopatología. Además, sigue examinando las contribuciones de los padres al desarrollo del temperamento y la aparición de síntomas y problemas de conducta. Ha tenido la suerte de colaborar con varios colegas maravillosos en el extranjero, quienes contribuyeron a otra área de investigación en la que está involucrada, la del estudio intercultural del desarrollo del temperamento y la psicopatología del desarrollo. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.

 

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