¿Por qué debemos preservar las lenguas?

Como este año la UNESCO conciencia con urgencia sobre las lenguas indígenas, una lingüista considera si salvarlas es una cuestión sentimental o crítica.

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Conocí al último hablante de naati en en un tramo desierto de la playa de Malekula, una isla de Vanuatu, en el Pacífico Sur. Había andado durante horas por senderos estrechos a través del bosque caluroso y denso, vadeando el ocasional arroyo y cargado con mi mochila para el equipo de grabación. Cuando dejé caer la mochila en la arena, una figura descendió de los acantilados cercanos y cruzó la playa hacia mí.

Intercambiamos saludos en el criollo local, y la conversación rápidamente se centró en el tema de mi extraña aparición en estas costas. Le dije al hombre, Ariep, que estaba en su país para estudiar una de sus muchas lenguas indígenas. Cuando se enteró de que era lingüista, compartió entusiasmado que hablaba naati.

Mientras introducía varios palos en la arena para utilizarlos como puntos de referencia, Ariep explicó la relación entre el naati y las otras lenguas de la zona. Con una mezcla de orgullo y tristeza, reveló que él era el último hablante con un naati fluido. Aunque algunos miembros de su familia tienen algún conocimiento de la lengua y hacen un esfuerzo por utilizarla juntos, teme que, con su muerte, el naati desaparezca pronto.

La situación del naati no es única. De las 7 000 lenguas que se hablan hoy en día en el planeta, del 50 al 90 % se consideran que tienen el potencial de extinguirse a finales de siglo.

La lengua es el pegamento cultural que une a las comunidades

La crisis ha recibido una creciente atención pública durante la última década, salpicada por líneas como «una lengua muere cada dos semanas» e ilustrada por conmovedores relatos sobre la muerte de un último hablante. En este Año Internacional de las Lenguas Indígenas de la UNESCO, cuando suenan las alarmas y se celebran los esfuerzos de su preservación, deberíamos hacer una pausa para preguntarnos: ¿por qué es importante?

¿Debería preocupar al mundo el destino del naati? Ariep no necesita el naati para comunicarse. Al igual que muchos hablantes de lenguas en peligro de extinción, domina un número impresionante de idiomas, incluso varios nativos de su isla, así como el nacional.

Si nos dirigimos hacia un futuro en el que todos hablamos una de las pocas lenguas importantes, ¿no es eso positivo? ¿No podría ser una manera de facilitar la comunicación y nivelar el campo de juego entre las naciones? ¿El deseo de «salvar» esas pequeñas lenguas es puramente sentimental, una noción romántica fomentada por los eruditos en torres de marfil de pueblos aislados, intactos por la agotadora avalancha hacia la globalización?

Yo pienso que no. Como lingüista que ha trabajado con comunidades lingüísticas en peligro en Canadá y en Asia Pacífico, sé que la pérdida de lenguas es un problema crítico y urgente, no solo para los hablantes que pierden la suya, sino para todos. Las lenguas son una fuente vital de cultura e identidad para las comunidades individuales, y para la comunidad mundial, las lenguas son una fuente inestimable de información sobre la cognición humana. Un mundo lingüísticamente diverso nos beneficia a todos.

Piensa qué ha pasado a las personas cuya lengua les ha sido arrebatada por la fuerza, suplantada por una de las lenguas más importanteses y ostensiblemente más útiles. Este escenario se ha desarrollado innumerables veces a lo largo de los siglos a manos de las potencias coloniales o como herramienta de los gobiernos nacionales para reprimir a grupos minoritarios. Hoy en día sucede en todo el mundo en aulas donde los niños son castigados o humillados por utilizar lenguas y dialectos que se apartan de una norma aceptada.

 

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La respuesta de esas comunidades no ha sido felicitar a las generaciones posteriores que hablan inglés, español, swahili, o cualquiera que sea el idioma de poder. Más bien, denuncian este genocidio cultural y, en la medida de lo posible, luchan contra el robo de su patrimonio lingüístico.

En Canadá, durante los siglos XIX y XX, el gobierno nacional oprimió a los pueblos indígenas en parte al separar a los niños de sus familias y colocarlos en residencias escolares (en inglés). En estos espacios, el alumnado sufrió una serie de abusos físicos y mentales, que incluían castigos por hablar su lengua materna. Estas injusticias perturbaron gravemente (en inglés) la transmisión de docenas de lenguas indígenas, la mayoría de las cuales están ahora en peligro de extinción.

Hoy en día, a pesar de la escasez de recursos para hacer frente a numerosos desafíos después de décadas de persecución, las comunidades indígenas canadienses realizan grandes inversiones por recuperar sus lenguas. Desde el «nido lingüístico» en el territorio de Tyendinaga Mohawk en Ontario, donde los niños están expuestos solo al mohawk durante todo el día, hasta los campamentos de lengua y cultura nehiyawak (en inglés) en Saskatchewan, donde las familias aprenden y comparten la herencia del cree, la educación en lenguas indígenas en todo Canadá está en auge.

Parecería más fácil, más barato e infinitamente más práctico aceptar el inglés (un idioma que no es menos deseable internacionalmente) y transferir esos recursos a otra parte. El hecho de que hagan esfuerzos por recuperar sus lenguas a pesar de los obstáculos dice algo crucial sobre su valor y la tragedia de su pérdida.

El lenguaje es el pegamento cultural que une a las comunidades. La pérdida de la lengua es una pérdida del patrimonio de la comunidad, desde historias y linajes ancestrales conocidos solo a través de la narración oral, hasta el conocimiento de plantas y prácticas codificadas a través de la palabra oral no traducida.

Los hablantes de lulamogi en Uganda, por ejemplo, se preocupan de que a medida que la gente olvida las docenas de términos que describen los métodos de atrapar y comer hormigas blancas, tales como okukunia, okutegerera, y okubuutira, olvidarán esta importante práctica cultural. También están en riesgo las frases y las costumbres asociadas para dar la bienvenida a las estaciones agrícolas y lavar los cuerpos de los muertos.

En palabras de Nabeeta Erusaniah, defensora de la lengua lulamogi: "Es como cuando se derrumba la pared de una cabaña, el techo no permanece en pie. Lo que mantiene a las prácticas sociales y al ritual en pie es el lenguaje. Mata la lengua, y el refugio también se derrumbará."

 

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La pérdida de una lengua también es una pérdida de identidad comunitaria, de propósito colectivo y de autodeterminación. Aunque son más difíciles de cuantificar, estas pérdidas tienen efectos reales y perjudiciales para la salud y la calidad de vida. Por el contrario, la capacidad de los miembros de la comunidad para hablar juntos su lengua indígena mejora el bienestar.

En la Colombia Británica, las tasas de suicidio juvenil son más de seis veces inferiores (en inglés) en comunidades indígenas donde al menos el 50 % de la población habla la lengua nativa. En la comunidad aborigen y la de los isleños del estrecho de Torres en Australia, los jóvenes que hablan una lengua indígena tienen tasas más bajas de consumo excesivo de alcohol y drogas ilegales en comparación con los que no la hablan, así como una menor probabilidad de convertirse en víctimas de violencia.

La desaparición de una lengua puede parecer una pérdida desafortunada solo para las personas involucradas. Sin embargo, el impacto para todos nosotros es real y sustancial.

Este impacto va más allá de la pérdida de información, como los nombres indígenas de plantas medicinales que aún no han sido clasificados por científicos fuera de una comunidad, o los conceptos y cosmovisiones reflejados en las palabras y estructuras de un idioma que no tienen paralelismos en otro. Comprender la lengua es vital para entender la cognición humana. Cada una es una pieza del rompecabezas que necesitamos para determinar cómo funciona el lenguaje en la mente. Con cada pieza que falta, estamos más lejos de ver la foto completa.

 

 

El análisis de los patrones lingüísticos tiene implicaciones reales en nuestras vidas

Las lenguas pueden parecer muy diferentes entre sí, pero todas ellas son variaciones de un tema. Como un campo de flores, las plantas individuales pueden variar en altura y color, pero todas tienen tallos y pétalos.

En tu lengua se pueden tener «altos árboles» o «árboles altos». Se puede preguntar «¿dónde está el perro?» o «¿el perro está dónde?». Se puede agradecer en una sílaba o en muchas. Independientemente de si se trata de un lenguaje oral o de signos, se basa en un conjunto limitado de formas y estructuras, que utilizas de manera consistente y predecible.

Las notables similitudes entre las lenguas sugieren que cierta capacidad cognitiva subyace en todo el lenguaje humano, que dirige cómo se desarrolla la lengua y establece los límites en lo posible. El objetivo de la lingüística contemporánea es describir y modelar este sistema, en esencia, para averiguar cómo funciona.

Por ejemplo, las lenguas contrastan mucho en el número de consonantes: desde seis (en inglés) en papú rotokas hasta 122 (en inglés) en !Xóõ del sur de África. Hay suficientes puntos en común entre los sistemas fonéticos, sin embargo, si los lingüistas saben que su lengua tiene 20 consonantes, se puede hacer una conjetura bastante buena en cuanto a la cantidad, y se puede estar casi seguro de los que no habrá. En cuanto a la estructura de la oración, todas las lenguas utilizan los tres elementos básicos: sujeto, verbo y objeto. Aunque pueden ordenarse de diferentes maneras, cerca del 80 % de las conocidas ponen el sujeto en primer lugar, mientras que solo el 1 %  ponen el objeto en ese lugar.

Analizar estos patrones está lejos de ser un ejercicio académico esotérico; tiene implicaciones reales en nuestras vidas. Cuanto más entendamos cómo funciona una lengua, mejor preparados estaremos para mejorar las terapias de trastornos de la comunicación y los métodos de enseñanza de idiomas.

Este conocimiento también contribuye a la innovación tecnológica. La investigación sobre patrones de sonido se utiliza en la creación de software de síntesis de voz, mientras que los modelos de estructura gramatical ayudan al desarrollo de componentes lingüísticos para la inteligencia artificial.

A su vez, entender la lengua nos abre una puerta a la cognición. Las observaciones sobre las maneras sorprendentemente similares en que los niños adquieren el lenguaje, a través de idiomas y culturas, proporcionan una visión de cómo se desarrolla el cerebro. Los experimentos psicolingüísticos que involucran la producción del lenguaje, la comprensión y las tareas de memorización revelan pistas sobre cómo la mente organiza la información.

Los primeros modelos de gramática se basaban principalmente en unas cuantas lenguas importantes, en su mayoría europeas, que los estudiosos occidentales conocían o a los que tenían fácil acceso. Imagina las deficiencias si la investigación terminase aquí, sería como basar la comprensión de las plantas en un huerto del vecindario o de los animales en una visita a un zoológico de mascotas.

 

NavinoEvans/Wikimedia Commons

 

Este gráfico de la UNESCO muestra cientos de lenguas vulnerables y en peligro por continente. Se prevé que miles más desaparezcan a finales de siglo.

Informes recientes sobre sesgos de género en las pruebas médicas han revelado que las terapias probadas en hombres no necesariamente funcionan en mujeres. Los estudios de sesgo racial en la industria de la tecnología han demostrado que las aplicaciones como el reconocimiento facial, que se entrenaron con imágenes de personas blancas, no funcionan siempre para las personas de color. Cuando se trata del idioma, ¿qué pasa si nuestros modelos son incorrectos para un grupo de lenguas no documentadas del Amazonas? Una teoría del lenguaje humano debe tener en cuenta la lengua de todos los seres humanos.

Sin embargo, tener en cuenta todas las lenguas, o incluso una muestra representativa, es un gran reto. Miles de lenguas están indocumentadas o muy mal descritas, y nadie, ni lingüistas ni hablantes, sabe cómo funcionan.

La documentación completa de un idioma es una tarea importante que implica años de colaboración entre los miembros de una comunidad lingüística y los lingüistas (que pueden o no ser los mismos hablantes). Dada la rápida tasa de pérdida de lenguas en el mundo actual, muchas están en peligro de desaparecer antes de haber sido documentadas, y se llevan consigo información irreemplazable sobre la cognición humana.

La escasa documentación que tenemos del naati revela que esta lengua tiene un sonido llamado «trino bilabial». Estos trinos fueron considerados sonidos del habla imposibles, pero ahora los lingüistas saben que son comunes en las lenguas de Malekula.

Mientras veía a Ariep girar hacia los acantilados ese día en la playa, llevando consigo una gran cantidad de conocimientos lingüísticos y culturales, me preguntaba si el naati contenía otras características que pudieran desafiar nuestra comprensión de esta lengua.

¿Qué pueden enseñarnos las muchas lenguas indocumentadas sobre la estructura y la cognición del lenguaje, sobre la riqueza de nuestras culturas y tradiciones, sobre nuestra propia humanidad? Por el bien de los hablantes de lenguas en peligro de extinción, por el bien de todos nosotros, debemos preservar las lenguas de todo el mundo mientras buscamos respuestas y trabajamos para garantizar la diversidad lingüística de las generaciones venideras.

 

Anastasia Riehl ha escrito este articulo, que fue publicado originalmente en Sapiens.org (en inglés, licencia CC BY-ND 4.0).

 

 

Anastasia Riehl es una lingüista con un doctorado de la Cornell University. Actualmente es la directora de la Unidad de Lenguaje de Estratía (en inglés) en la Universidad de Queen's en Kingston, Ontario, Canadá. Su trabajo con lenguas en peligro de extinción la ha llevado a Indonesia y Vanuatu, así como a la ciudad de Toronto, donde dirige un proyecto para documentar las lenguas de patrimonio en peligro de extinción (en inglés) de las comunidades inmigrantes.

 

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